Un relato anónimo
Mi relato.
Os cuento mi relato. Para empezar, yo era una chica muy alegre, activa, deportista y siempre tenía mis horas del día ocupadas. De más joven por lo general, ocupaba mi tiempo en cosas para y por mí. Pero cuando me casé, ese tiempo lo dedicaba a mi familia, casa, etc…
De esta manera, sin querer fue pasando el tiempo y fui dejando mis aficiones. También, dejé cursos para poder mejorar laboralmente. No obstante, me convertí en una chica que se sentía a gusto haciendo las cosas en su casa. Como cuidar del perro, comprar cocinar etc.
Te relato tres años más tarde, todo iba a cambiar.
Después de tres años, un jueves por la tarde, nuestros amigos planearon ir de camping. Sin embargo, yo el viernes trabajaba, pero aún así, abarqué con todo lo que conlleva la preparación de una acampada. Más a parte, llevar la cena hecha, dejar la casa recogida para el domingo llegar y tenerla hecha.
Así que, ese día la situación me superó. Además, para colmo no dejó de llover en todo el día, con lo cual una desventaja a la hora de montar la tienda, atender al perro etc. En resumen ¡¡Fue un caos!!
Esa noche te relato que no pude dormir, algo raro me pasaba, no entendía nada.
Esa primera noche en el camping al acostarnos me di cuenta que no podía dormir, no pude pegar ojo en toda la noche. De hecho, era la primera vez que me pasaba esto, por lo tanto no entendía lo que me estaba pasando.
Al día siguiente, lo único que sentía era cansancio pero nada más, así que esa noche algo pude dormir.
La mañana del lunes me desperté rara.
El lunes cuando me desperté para ir a trabajar, nada más abrir los ojos, sentí un bajón grandísimo. De hecho, tenía muchas ganas de llorar, me sentía sin fuerzas para levantarme, no tenía ganas de nada y sin apetito, me sentía sin ilusión en la vida.
No era capaz de entender nada de lo que me estaba sucediendo.
Así que, esa misma semana decidí contarle a mi familia lo que me estaba sucediendo. Ya que no era capaz de sentirme bien, ni si quiera de poder averiguar que me pasaba.
Por consiguiente, fui al médico de cabecera con mi madre y me mandó fluoxetina (serotonina) y lexatín para momentos de estrés. Además, fui a una psicóloga de pago a la que asistí a dos consultas. Que como resultado, me dijo que estaba entrando en una depresión y que dependía de mi entrar o salir.
Durante dos meses estuve tomando la fluoxetina y me la dejé, y ahí en ese momento no sabía nada de medicamentos, vitaminas, ansiedad, etc. De hecho, me la dejé por cuenta propia, algo que ahora se que no está bien.
Me quede embarazada.
Sin embargo, al poco tiempo me quede embarazada. Durante ese tiempo no tomé nada de medicación. Aunque, eso no quiere decir que me encontrara bien, pero si me sentía mejor. Aún así, seguía sintiendo el sentimiento de tristeza, soledad, sin ilusión, sentía la necesidad de tener siempre planes, para yo misma crearme una ilusión y así tener las horas del día ocupadas.
Por otra parte, le comenté a la ginecóloga que me encontraba baja de ánimos y me recetó sedafit, pero yo no noté ninguna mejoría. De esta manera, aguanté hasta que terminé la etapa de la lactancia.
Nueve meses después de nacer mi hijo.
Cuando mi hijo tenía nueve meses, fui por primera vez a un psiquiatra a decirle que no llagaba a encontrarme bien del todo. Pero, me sorprendió su resultado al decirme que tenía un cuadro de ansiedad que me llevaba a deprimirme.
Así que, me recetó una toma de deanxit. No obstante, al poco tiempo me empece a sentir al cien por cien, como si todo hubiese pasado, así estuve durante tres meses.
La mejoría solo me duro tres meses. Empezaron los miedos.
Sin embargo, de un día para otro por cambios en mi trabajo recaí depresivamente y ahí por primera vez empecé a decirme a mi misma, si por la noche iba a poder conciliar el sueño. Así que, desde ese instante me lo empece a preguntar casi diariamente, a pesar que me solía dormir rápidamente y bien. (Es como si le hubiera cogido miedo a no poder dormir).
Intentando dar con la medicación.
Por esos motivos volví a ir al psiquiatra, me subió la dosis de deanxit. Ademas, me mandó otra pastilla que ahora no recuerdo el nombre y también ansiolíticos para tomar por el día.
Pasado un mes tuve que volver al psiquiatra, por consecuencia de la medicación nueva que me estaba tomando, que como resultado me disparaba la ansiedad. Por es motivo, me cambiaron la medicación y me quedé con deanxit más brillenti. Aunque, tampoco resulto funcionar y me volvieron a cambiar a dos pastillas de deanxit y una de fluoxetina.
En conclusión, tres pastillas me estaba tomando y no todos los días me encontraba bien. Por esa razón, decidí ir a otro psiquiatra y me cambio la fluoxetina por sertralina.
Me sentía ya cansada.
Después de muchos cambios de medicación, de sentir tantos altos y bajos emocionales durante 5 meses. Además con una oposición de por medio y un cambio de puesto de trabajo. También mi marido se quedó en paro y tiene una enfermedad rara y degenerativa. Por todo eso, me di cuenta que esto dependía más de mi que de la medicación.
No obstante, decidí por mi cuenta aunque se que está mal hecho, dejar toda la medicación para empezar con otra, sertralina. Que de hecho, es actualmente la única que tomo. Por ese motivo, no puedo explicaros el resultado, ya que llevo muy poco tiempo tomándola, desde el 17 de Abril de 2020, a la misma vez intento evitar los ansiolíticos, ya que soy un poco reacia a ellos.
El relato de los últimos seis meses.
Primero, me gustaría explicar que en estos seis meses que llevo con mi segunda etapa, mis sensaciones han sido de ansiedad, miedos y depresión. A pesar de mi poca experiencia de dos años y medio, lo que he aprendido es que las pastillas no dan el resultado que esperamos. (Por lo tanto tomar más de dos tipos de pastillas para un cuadro de ansiedad no lo veo aconsejable).
Segundo, cuanto más averiguamos de todo los efectos que tienen estas enfermedades, más miedos nos va a producir. Por ejemplo, miedos que nunca nos han pasado pero que pensamos que nos pueden pasar. Esto se debe, al saber todos los síntomas que puede abarcar esta enfermedad, tu inconsciente te hace pensarlos. Por lo tanto, tus pensamientos al ser negativos acaban en miedos, jugandote una mala pasada.
Tercero, debes de leer cosas buenas, productivas, como combatir, como mejorar, métodos de ayuda, técnicas de relajación, etc. Pero, lo que no te beneficie déjalo atrás.
¿Ansiedad o depresión?
Para empezar, yo solo tenía un sentimiento, fueron los especialistas los que le pusieron nombre:
Os voy a contar como mi mente se adaptaba a los nombres de los sentimientos.
Primera etapa.
En mi primera etapa, que me diagnosticaron que tenía depresión, yo solo notaba tristeza, soledad, apatía, sin ilusión, sin fuerzas, pero no sentía nada de no poder dormir, ni ansiedad, ni nervios por nada.
Segunda etapa.
Sin embargo, nueve meses después de tener a mi hijo empezó mi segunda etapa, me diagnosticaron que lo mio no era depresión, que era ansiedad. Recuerdo como consecuencia del resultado, llamé a mi madre súper ilusionada diciéndole que lo que tenía era ansiedad que no era depresión, parece que ese nombre la gente lo tolera mejor. Aunque, pensamos que es más común entre la gente y que es más llevadero, pues no, es igual de amargante.
Sensaciones de mi relato.
La cabeza va por libre con lo cual no para en todo el día. Además de tener sensación de que me va a pegar algo, sin ilusión, poca energía, dolor de estómago, sin apetito, miedo a no poder dormir, sufriendo noches de insomnio. En conclusión, cuantas más cosas negativas descubres sobre estas patologías es peor. Ya que sin querer te puedes llenar de miedos, que te pueden acabar perjudicando.
No hay que dejar de luchar en ningún solo momento, ser positivos y pensar que algún día esto acabará.
Lista de libros que recomiendo por sus resultados:
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Foto de Tomas Jasovskyen Unsplash. Foto de Svetlozar Apostoloven Unsplash.
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